Acerca del libro: año / Nadie ha visto elfos en Alderaan durante muchos años. Estaba solo y sentado sobre las piedras, como si estuviera dormido, echando hacia atrás la cabeza con una fina corona plateada. Estaba a su merced. Con el dedo en el gatillo de la ballesta, Rey apuntó justo por encima de sus hombros. Las viejas alas de las que se jactaba Platt ya estaban descoloridas y caídas. Ella puede traer nuevos.